During my travels over the past two months to Melilla and Ceuta, I have met migrants in situations of great difficulty and precariousness, who continue to show dignity and resoluteness in their struggle to be treated fairly under Spanish and European law.
In Melilla, the Bangladeshi migrants detained there spoke extensively of the way they had organized a series of petitions and hunger strikes in an effort to seek an audience with the Delegate of the Government, from which they hoped, at the very least to learn what their fate would be, and at the very most to leave detention in Melilla for a new life in peninsular Spain. These men spoke to me with great dignity of poverty in their homeland, of the hardships of the journey, and the stress for them and their families of their prolonged, indefinite detention in Melilla. Since we spoke, a few of these men, and a few other residents of the CETI from other countries, have been allowed to continue to the peninsula. But the vast majority are now subject to a massive manhunt undertaken by the Spanish state apparatus in Melilla – for their assertion of their dignity as human beings, and for their resolute demand for their rights, they are now treated like animals to be tracked, hunted, caged and deported.
In Ceuta, a number of Indian and Pakistani migrants spoke with me. The Indians were in the process of trying to organize and draw public attention to their plight, following the departure of a number of Bangladeshis from Ceuta to the peninsula. They hoped, again, at the very least, to learn their fate, and at best to achieve the same as their Bangladeshi comrades. The response of the authorities in Ceuta has been unequivocal: NO! For demanding fair treatment, for insisting on their rights (including, importantly, their right to know their rights), these 72 men have had to flee the CETI and take to the hills, where they live in informal encampments. They fear the same reprisals currently facing the Bangladeshis of Melilla. In the midst of this struggle, these migrants have had the openness of heart to speak to journalists, investigators and others – and to share what little they have with them. They invited me for the best meal I ate during my stay in Ceuta – delicious vegetable curries and rotis cooked by a Pakistani chef in a shack they have built into a hidden corner of the beach. Even if life in flight can often be bitter, the migrant finds moments of flavor – the inventiveness, dignity, and capacity to share in hardship should be an example to European citizens, not something to be banished to the hills.
Solidarity to my migrant brothers facing hardship in Melilla and Ceuta.
KVR [a migrant in London]
TRADUCCIÓN AL CASTELLANO:
LAS LUCHAS MIGRANTES EN MELILLA Y CEUTA
En mis viajes a Melilla y Ceuta durante los dos meses pasados, he encontrado a migrantes en situaciones de gran dificultad y precariedad, y quienes siguen mostrando su dignidad y fuerza resuelta en su lucha para ser tratado justamente bajo la ley española y europea.
Los migrantes Bangladeshis detenidos en Melilla hablaban extensamente de la manera en que habían organizado una serie de peticiones y unas huelgas de hambre para conseguir una audiencia con el Delegado del Gobierno. De esta audiencia, ellos quisieron saber por lo mínimo, que iba a ser su destino, y por lo máximo que iban a salir de detención en Melilla para buscar una vida digna en la península. Estos hombres me hablaban con gran dignidad de la pobreza en su país de origen, de las privaciones y los aprietos de su viaje, y de la presión (por ellos y por sus familiares) que resulta de su detención prolongada e indefinida en Melilla. Desde que hablemos, unos de estos hombres, y algunos cuantos de los otros residentes del CETI de varios otros países, han sido permitido de continuar sus viajes a la península. Pero la mayoría de ellos ahora están sometidos a una caza masiva realizada por el aparato del estado español en Melilla … por sus afirmaciones de su dignidad como seres humanos, por sus reivindicaciones resueltas a por sus derechos, ahora tienen que sufrir como animales perseguidos, cazados, enjaulados y deportados.
En Ceuta, algunos de los ciudadanos de la India y de Pakistán hablaron conmigo. Los hindúes están en proceso de organizarse y llamar la atención pública a su situación apremiante después de la salida de algunos Bangladeshis desde Ceuta a la península. Los hindúes esperan por lo mínimo que sepan su destino, y por lo máximo que logren lo mismo que sus compañeros Bangladeshis de Ceuta. La reacción de las autoridades en Ceuta ha sido inequívoca: ¡NO! Por reivindicar el trato justo, por exigir sus derechos (incluso, de mayor importancia, su derecho de conocer sus derechos), estos 72 hombres han tenido que fugarse del CETI y huir hacía las montañas donde se instalan ahora en chabolas y campamentos informales. Ellos temen que tengan de enfrentar las mismas represalias que los Bangladeshis de Melilla. En medio de esta lucha, estos migrantes han tenido la sinceridad y las corazones abiertas cuando hablan con periodistas, investigadores y otros, y comparten las pocas cosas que tienen. Me invitaron a compartir la comida mas sabrosa que comí durante mi viaje a Ceuta – estofados de verduras con rotis (el pan sin levadura típico de la India), preparado por un chef Pakistaní en una chabola construida en un rincón escondido de la playa. Aunque la vida en fuga pueda ser amarga, el migrante busca momentos de sabor, de gusto – su inventiva, su dignidad, su capacidad de compartir en una situación de privación debe dar ejemplo a los comunitarios europeos, no son características para desterrar y perseguir a las montañas.
En solidaridad con mis hermanos migrantes en un aprieto en Melilla y en Ceuta.
KVR [un migrante en Londres]
In Melilla, the Bangladeshi migrants detained there spoke extensively of the way they had organized a series of petitions and hunger strikes in an effort to seek an audience with the Delegate of the Government, from which they hoped, at the very least to learn what their fate would be, and at the very most to leave detention in Melilla for a new life in peninsular Spain. These men spoke to me with great dignity of poverty in their homeland, of the hardships of the journey, and the stress for them and their families of their prolonged, indefinite detention in Melilla. Since we spoke, a few of these men, and a few other residents of the CETI from other countries, have been allowed to continue to the peninsula. But the vast majority are now subject to a massive manhunt undertaken by the Spanish state apparatus in Melilla – for their assertion of their dignity as human beings, and for their resolute demand for their rights, they are now treated like animals to be tracked, hunted, caged and deported.
In Ceuta, a number of Indian and Pakistani migrants spoke with me. The Indians were in the process of trying to organize and draw public attention to their plight, following the departure of a number of Bangladeshis from Ceuta to the peninsula. They hoped, again, at the very least, to learn their fate, and at best to achieve the same as their Bangladeshi comrades. The response of the authorities in Ceuta has been unequivocal: NO! For demanding fair treatment, for insisting on their rights (including, importantly, their right to know their rights), these 72 men have had to flee the CETI and take to the hills, where they live in informal encampments. They fear the same reprisals currently facing the Bangladeshis of Melilla. In the midst of this struggle, these migrants have had the openness of heart to speak to journalists, investigators and others – and to share what little they have with them. They invited me for the best meal I ate during my stay in Ceuta – delicious vegetable curries and rotis cooked by a Pakistani chef in a shack they have built into a hidden corner of the beach. Even if life in flight can often be bitter, the migrant finds moments of flavor – the inventiveness, dignity, and capacity to share in hardship should be an example to European citizens, not something to be banished to the hills.
Solidarity to my migrant brothers facing hardship in Melilla and Ceuta.
KVR [a migrant in London]
TRADUCCIÓN AL CASTELLANO:
LAS LUCHAS MIGRANTES EN MELILLA Y CEUTA
En mis viajes a Melilla y Ceuta durante los dos meses pasados, he encontrado a migrantes en situaciones de gran dificultad y precariedad, y quienes siguen mostrando su dignidad y fuerza resuelta en su lucha para ser tratado justamente bajo la ley española y europea.
Los migrantes Bangladeshis detenidos en Melilla hablaban extensamente de la manera en que habían organizado una serie de peticiones y unas huelgas de hambre para conseguir una audiencia con el Delegado del Gobierno. De esta audiencia, ellos quisieron saber por lo mínimo, que iba a ser su destino, y por lo máximo que iban a salir de detención en Melilla para buscar una vida digna en la península. Estos hombres me hablaban con gran dignidad de la pobreza en su país de origen, de las privaciones y los aprietos de su viaje, y de la presión (por ellos y por sus familiares) que resulta de su detención prolongada e indefinida en Melilla. Desde que hablemos, unos de estos hombres, y algunos cuantos de los otros residentes del CETI de varios otros países, han sido permitido de continuar sus viajes a la península. Pero la mayoría de ellos ahora están sometidos a una caza masiva realizada por el aparato del estado español en Melilla … por sus afirmaciones de su dignidad como seres humanos, por sus reivindicaciones resueltas a por sus derechos, ahora tienen que sufrir como animales perseguidos, cazados, enjaulados y deportados.
En Ceuta, algunos de los ciudadanos de la India y de Pakistán hablaron conmigo. Los hindúes están en proceso de organizarse y llamar la atención pública a su situación apremiante después de la salida de algunos Bangladeshis desde Ceuta a la península. Los hindúes esperan por lo mínimo que sepan su destino, y por lo máximo que logren lo mismo que sus compañeros Bangladeshis de Ceuta. La reacción de las autoridades en Ceuta ha sido inequívoca: ¡NO! Por reivindicar el trato justo, por exigir sus derechos (incluso, de mayor importancia, su derecho de conocer sus derechos), estos 72 hombres han tenido que fugarse del CETI y huir hacía las montañas donde se instalan ahora en chabolas y campamentos informales. Ellos temen que tengan de enfrentar las mismas represalias que los Bangladeshis de Melilla. En medio de esta lucha, estos migrantes han tenido la sinceridad y las corazones abiertas cuando hablan con periodistas, investigadores y otros, y comparten las pocas cosas que tienen. Me invitaron a compartir la comida mas sabrosa que comí durante mi viaje a Ceuta – estofados de verduras con rotis (el pan sin levadura típico de la India), preparado por un chef Pakistaní en una chabola construida en un rincón escondido de la playa. Aunque la vida en fuga pueda ser amarga, el migrante busca momentos de sabor, de gusto – su inventiva, su dignidad, su capacidad de compartir en una situación de privación debe dar ejemplo a los comunitarios europeos, no son características para desterrar y perseguir a las montañas.
En solidaridad con mis hermanos migrantes en un aprieto en Melilla y en Ceuta.
KVR [un migrante en Londres]