domingo, 9 de junio de 2013

Los golpes y las agresiones a los subsaharianos no cesan en Marruecos




Foto: B.A.

Gastón casi no puede pronunciar palabra. Acaba de someterse a una complicada operación de mandíbula, ya que la tenía totalmente desplazada, a causa de “la paliza” que le dieron dos mejanis el pasado quince de mayo, cuando se disponía a saltar la valla que separa Melilla de Marruecos. Un “salvaje ataque” del que tardará en recuperarse, ya que también tiene los dos brazos rotos, las piernas inflamadas y heridas en la cabeza. “No lo recuerdo todo, pero estoy seguro de que estuvieron una hora golpeándome”, nos dice angustiado, mientras ajusta la bolsa de suero a la que está conectado. “A mi compañero - se refiere al subsahariano con el que iba y que al igual que él pretendía pasar a la ciudad española – lo golpearon menos porque les dio cien dirhams, diez euros, pero yo no tenía dinero”.

Foto: B.A.

Esta práctica “es bastante habitual”, nos dicen algunos de los  residentes del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla (CETI), “ya que es la única forma de que no te muelan a palos”. Además, fuentes del país vecino nos aseguran que prácticamente cada día son atendidos en el Hospital Hassani de Nador subsaharianos, que como Gastón, han sido agredidos por la gendarmería marroquí. “Cuando logré recuperar el conocimiento, pedí auxilio, y como nadie me lo dio, terminé tirado en la carretera”, concluye este camerunés. Finalmente, consiguió llegar al hospital, y de ahí, fue trasladado a una clínica privada, ya que la asistencia sanitaria marroquí no incluye esta intervención quirúrgica, que supone 2000 euros a Migraciones de la Iglesia, la organización que sustituye a Médicos Sin Fronteras. Ésta es la razón por la que Gastón está dando a conocer lo que le ha ocurrido, “porque el coste de la operación es muy alto y esta organización es modesta”, aclara. Sorprende que no esté, cuanto menos, indignado, sin embargo, insiste en que “quiere estar tranquilo, recuperarse y de momento trabajar en Marruecos”. Ni un ápice de rencor se percibe en las palabras de este joven, ingeniero mecánico, que salió de Camerún en enero y que intentó “no muy convencido”, acceder a Europa, “llegué a trabajar en Argelia, pero la policía empezó a molestarme y acabé yéndome”. Ahora, mientras se recupera, pide a quienes lo visitan, que le lean la Biblia y “se agarra” al recuerdo de su familia, concretamente al de sus doce hermanos, para salir adelante.

Pero este caso no es, por desgracia, extraordinario sino  sólo un ejemplo de lo que está sucediendo al otro lado de la alambrad donde la violación de derechos humanos es constante. Algunos de los vecinos que viven en las inmediaciones del cauce del Río Nano, zona cercana a la frontera de Farhana donde habitualmente se producen intentos de entrada, nos han informado de que los mejannis “actuaron” la noche del jueves y que escuchaban “terribles gritos”. De hecho, hemos podido saber, que el viernes por la mañana fue atendido en el hospital de Nador un subsahariano “con la cara destrozada”, quien asegura que fueron ochenta personas las que intentaron saltar la valla este jueves, lo cual explica que el helicóptero de la Guardia Civil no deje de sobrevolar por los alrededores del perímetro fronterizo.

 Foto: B.A.


Constantes denuncias:

 Un trato inhumano, el que las fuerzas de seguridad proporcionan a estas personas que fue denunciado en marzo de este año por Médicos Sin Fronteras (MSF). Justo antes de dejar Nador, la zona donde trabajaba esta organización y en la que se encuentra el Gurugú – monte en el que cientos de personas mayoritariamente del África Subsahariana esperan hasta poder acceder a Melilla-, esta organización insistió en que “la violencia aún sigue siendo el pan de cada día para la mayoría de migrantes subsaharianos” debido, básicamente, a la “errónea” política adoptada en las relaciones entre Europa y Marruecos que por un lado, afirman defender sus derechos, y por otro, los criminalizan”, señaló MSF a diversos medios de comunicación. Una afirmación que argumentó con el informe que presentaron a finales de 2011, que bajo el título “Violencia, vulnerabilidad y migración atrapados a las puertas de Europa”, recoge los abusos que se llevan realizando durante años en los alrededores de la valla. Por ello, hizo un llamamiento a las autoridades marroquíes y españolas para que tomen “medidas inmediatas y drásticas” y aseguren que “sus Fuerzas de Seguridad no cometan abusos ni hagan daño a los migrantes subsaharianos”.


Alís en la valla de Melilla
J.P.O.

En esta misma línea se pronuncian constantemente la ONG Pro Derechos de la Infancia (Prodein) y la Asociación Pro Derechos Humanos (APDH). Estas dos organizaciones locales insisten constantemente en que tanto España como Marruecos “ignoran los derechos de los subsaharianos”.